Adaptógenos: pasado, presente y futuro.

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En 1944, un grupo de investigadores soviéticos estudian la Schisandra chinensis: una enredadera leñosa utilizada por los Nanai, unos cazadores nativos del este de Siberia y de la región de Manchuria. Parece ser que estas pequeñas bayas les proveen de una mejor resistencia contra la sed, el hambre y el agotamiento.

La finalidad de estos investigadores no era otra que encontrar un estimulante, distinto a los que ya estaban utilizando el ejército nazi y anglosajón, durante la Segunda Guerra Mundial, para que sus pilotos pudieran mejorar su concentración y su resistencia mental en el aire.

Unos años más tarde, en 1958, un toxicólogo también soviético llamado Lazarev introdujo el término adaptógeno a la literatura científica atribuyéndole propiedades como: mejora de la resistencia al estrés, del aguante y del rendimiento. Es curioso como las guerras, a parte de muchas desgracias, nos dejan multitud de estudios que actualmente también nos permiten comprender los orígenes de las tendencias actuales.

Pero, pese a ser un concepto relativamente reciente, sustancias “adaptógenas” se llevan usando en la medicina popular ayurveda, china o siberiana desde tiempos inmemorables para tratar condiciones patológicas como astenia, falta de concentración, insomnio o incluso impotencia. Además, a día de hoy su uso también se extiende a la nutrición deportiva con reclamaciones de recuperación post-ejercicio o en medicina geriátrica como promoción de la salud y prevención de enfermedades.

Los adaptógenos están muy ligados a filosofías como en Yin y el Yang donde ese binomio también lo vemos en la fisiología en la que influyen: simpático y parasimpático, testosterona y cortisol, hormesis y homeostasis.  En la actualidad todas esas raíces, bayas y hojas, que estaban enmarcados en un concepto holístico, herbal y tradicional, se presentan en forma de polvos encapsulados y almacenados en botes de todo tipo de colores.

Algunos conocidos adaptógenos son:

  • Ginseng (raíz)
  • Ashwagandha (raíz)
  • Rhodiola rosea (raíz)
  • Cordyceps (hongo)
  • Maca (raíz)

En las últimas dos décadas, se ha popularizado un concepto llamado hormesis, el cual describe como una situación de estrés agudo y controlado ejerce efectos beneficiosos (adaptativos) sobre nuestro cuerpo: seguro que has escuchado sobre el ayuno intermitente, las duchas de agua fría o los métodos de respiración restringida (hipoxia).

Sin embargo, cuando este estrés es excesivo, como podría ser para una persona que entrena una vez a la semana correr una media maratón, ya no hablamos de hormesis sino de una situación donde las funciones del organismo se pueden ver comprometidas.

¿Y cuál es la relación entre la hormesis y los adaptógenos? Los adaptógenos son productos derivados del metabolismo secundario de algunas plantas y estos también imitan una respuesta hormética en nuestras células, ¿por qué? porque las plantas los han desarrollado para protegerse de cualquier animal que las quiera comer y las sustancias que contienen en los humanos genera esa respuesta de “estrés” celular controlado. Otros ejemplos de moléculas del metabolismo secundario son los polifenoles o el indol-3-carbinol del brócoli.

Los mediadores de la hormesis son:

  • Hormonas
  • Receptores
  • Canales
  • Enzimas, especialmente quinasas y fosfatasas
  • Factores nucleares

Los mecanismos efectores de respuesta a la hormesis inducida por adaptógenos son:

  • Sistema antioxidante enzimático: superóxido dismutasa, catalasa, glutatión…
  • Chaperonas: proteínas de shock térmico
  • Factores de crecimiento
  • Proteínas de defensa
  • Otras: fosfodiesterasas y ciclasas (simulan situación de baja disponibilidad energética), lactato deshidrogenasa D (metabolismo lipídico peroxisomal), lipasas…

Sintetizando, los adaptógenos parecen simular vías metabólicas como lo hacen otros estresores controlados como el ejercicio físico o la restricción calórica, consiguiendo una respuesta celular de tipo apoptótico y de “limpieza” de estructuras celulares y productos no deseados. Parece ser que la mayoría de mecanismos están asociados con la regulación del metabolismo vía comunicación extracelular del eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA).

Cada adaptógeno (o más bien planta con capacidades adaptógenas) tiene sus moléculas concretas. Pongamos ejemplos:

  • Los ginsenósidos del ginseng y los withanólidos de la Ashwagandha tienen una estructura tetracíclica similar a cortisol y testosterona.
  • Las schiazandrinas de la Schizandra tienen una estructura similar a análogos de catecolaminas o tirosina
  • Otros como ciertos ácidos grasos poliinsaturados son análogos estructurales de las resolvinas.

Entonces, no podemos decir que un solo principio activo tenga los beneficios de otro con estructura distinta. Para que una sustancia pueda considerarse adaptogénica debe tener dianas moleculares múltiples en el sistema neuro-endocrino-inmune asociados con la resiliencia al estrés, supervivencia celular y regulación del metabolismo. Como curiosidad, un buen número de estudios ha visto efectos anticancerígenos de adaptógenos en modelos in vitro e in vivo, incluso algunos potencian el efecto de la quimioterapia (in vitro e in vivo)1.

Siguiendo el hilo de sus efectos, los firmes defensores de los adaptógenos les atribuyen muchos efectos, incluso algunos de ellos sin un mecanismo molecular que lo respalde. Por otro lado, otros estudios que tratan de probar efectos que van más allá de la resistencia al estrés (como el manejo de la diabetes2) tienen evidencia limitada ya bien sea por insuficientes datos clínicos o por carencias en la metodología de los estudios como falta de aleatorización.

Si algo está claro es que sus efectos y mecanismos bien descritos pueden suponer una mejora relativa en el manejo del estrés psicológico y físico en aquellos pacientes que, por ejemplo, informen de fatiga crónica y recientemente hayan incorporado actividad física. Además, su efecto inductor del sistema antioxidante endógeno y su mecanismo de modular la apoptosis es interesante de cara a la prevención de ciertas patologías crónicas. Aún así, es un tema que merece más estudio para determinar con precisión: dosis, patologías concretas, dianas moleculares, cuáles funcionan mejor para cada caso…

A tener en cuenta

Aunque parece que los adaptógenos no tienen efectos adversos, hay ciertos factores que hay que tener en cuenta:

  • El combate contra el estrés (físico o psicológico) debe tener un abordaje múltiple: alimentación saludable, ejercicio físico regular, calidad de sueño, gestión emocional… Los adaptógenos entran en esta matriz como complemento no como sustituto.
  • Vinculado con lo anterior no hay que depositar todas nuestras confianzas en ellos puesto que el estrés psicológico percibido y la resiliencia son subjetivas y existe variabilidad interindividual.
  • La biodisponibilidad de estos compuestos podría variar de una persona a otra.
  • Los extractos de estas plantas adaptógenas están más concentrados que las formas en que tomaban las culturas ancestrales que usaban estas plantas de forma habitual.
  • Estos suplementos basados en extractos implican un coste extra al usuario.
  • Existe una gran variabilidad de adaptógenos y de marcas que los comercializan, pudiendo estas presentaciones ser más o menos eficaces
  • Hay que saber si el suplemento además del adaptógeno contiene algo más y asegurar que el extracto procede de una materia prima donde se encuentre el principio activo en abundancia. Adicionalmente, es clave que existan análisis de laboratorio que avalen la concentración que dice tener (mejor si se hace por Cromatografía Líquida de Alto Rendimiento).

 

Conclusiones

→ Los adaptógenos son sustancias (en alimentos y suplementos) que modulan nuestra respuesta asociada al estrés físico y psicológico.

→ La respuesta que desencadena se engloba en las de tipo hormético y su mecanismo central de acción se da sobre el eje HPA.

→ Existen multitud de adaptógenos siendo el Ginseng, la Ashwagandha, la Rhodiola o la Maca de los más usados y conocidos.

→ Estas sustancias tienen ciertas limitaciones y depender exclusivamente de ellas para el manejo de la resistencia al estrés puede no ser suficiente.

→ Su consumo es seguro pero no hay que olvidar que si compramos extractos de este tipo debe venir con una etiqueta donde informe de la concentración de extracto y, especialmente, de los principios activos del extracto (withanólidos, ginsenósidos, rosavinas…).

 

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Bibliografía principal

Panossian AG, Efferth T, Shikov AN, Pozharitskaya ON, Kuchta K, Mukherjee PK, et al. Evolution of the adaptogenic concept from traditional use to medical systems: Pharmacology of stress- and aging-related diseases. Med Res Rev. 2021; 41(1):630–703. DOI: 10.1002/med.21743.

Referencias

  1. Zhao G, Shi A, Fan Z, Du Y. Salidroside inhibits the growth of human breast cancer in vitro and in vivo. Oncol Rep. 2015; 33(5):2553–60. DOI: 10.3892/or.2015.3857
  2. Durg S, Bavage S, Shivaram SB. Withania somnifera (Indian ginseng) in diabetes mellitus: A systematic review and meta-analysis of scientific evidence from experimental research to clinical application. Phytother Res. 2020; 34(5):1041–59. DOI: 10.1002/ptr.6589

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